Información: José Andrés Pérez
Rusia y Ucrania son dos países europeos que forman parte de Europa Oriental, que se encuentran a miles de kilómetros de México y desde el 24 febrero de este año, protagonizan un conflicto bélico con grandes repercusiones económicas, políticas y sociales para ambas naciones, el cual amenaza la estabilidad de todas las naciones del mundo, a pesar de la distancia física que las separa de nuestro país, el impacto de la guerra, también nos está alcanzando a todos los mexicanos.
Esta guerra tiene escasos cuarenta días de haber empezado, que han sido suficientes para arrastrar al mundo hacia el inicio de una crisis económica, que se podrá agravar, de continuar por un periodo más largo. De acuerdo a la opinión de analistas de medios como El Economista, El País y El Financiero, si el día de hoy se alcanzara un acuerdo de paz, la economía mundial tardaría varios años en recuperarse. De ese tamaño es la crisis en que estamos inmersos y de ese tamaño, serán sus consecuencias.
En México las repercusiones del conflicto citado, impactan la estabilidad de su economía de manera directa e indirecta. La primera se refiere al comercio bilateral que sostiene nuestro país con Rusia; la segunda, está relacionada con las exportaciones de petróleo ruso, en especial, las que tienen como destino a las naciones que forman parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El efecto directo se puede ver de la siguiente manera. De acuerdo a información de la Secretaría de Economía, Rusia en el año 2020 fue el socio comercial número 35 de México a nivel mundial y el número 1 entre los países de Europa Central y Oriental. Las exportaciones mexicanas durante el periodo 2016 a 2020, se incrementaron un 16%, al pasar de 200.3 millones en 2015 a 421.4 millones de dólares, gracias a las ventas de automóviles de pasajeros, autopartes, equipo de telefonía y desperdicios de cobre, principalmente.
Estas exportaciones están en peligro de perderse -no porque México esté adherido al grupo de países que han bloqueado el comercio con Rusia-, sino por las restricciones que tiene los principales bancos rusos para realizar transacciones internacionales; problema que se agrava con el crecimiento de la inflación interna, la devaluación del rublo, la pérdida del poder adquisitivo y la crisis económica generalizada que está empezando a tener esta nación, gracias a los estragos de la guerra y a las sanciones comerciales impuestas por los países occidentales.
El escenario comercial adquiere otra dimensión en el contexto de las importaciones, toda vez que Rusia provee a México con aproximadamente el 30% de los fertilizantes que compra alrededor del mundo. El precio de estos insumos que son indispensables para la agricultura, se disparó a partir del inicio de la guerra, gracias al incremento de los precios del petróleo y a la disminución de la producción del país exportador. En la medida que se encarecen estos insumos agrícolas, también se encarecen los alimentos, contribuyendo a la espiral inflacionaria que enfrenta al país, con los efectos negativos que tiene sobre la población, sobre todo en los grupos vulnerables.
Por otra parte, el efecto indirecto de esta guerra sobre la economía mexicana, se focaliza -aunque parezca ilógico-, en el incremento de los precios internacionales del petróleo y de otros commodities, gracias a que la oferta mundial de este energético ha disminuido, debido al bloqueo de los países occidentales a las exportaciones de Rusia.
México exporta petróleo y parecería beneficiarse con ello, -lo cual es cierto-, pero en contraparte, importa gasolina, la cual también se encarece automáticamente, elevando el costo del transporte, la producción de alimentos básicos y todos aquello productos, en donde este combustible se utilice como parte de su proceso; todo ello, contribuyendo de manera directa al aumento de la inflación y como consecuencia, a la pérdida del poder adquisitivo de la población.
Para tratar de contener este efecto macroeconómico ocasionado en gran medida por el conflicto citado, el gobierno mexicano se ha visto obligado a endurecer la política monetaria, incrementando la tasa de interés bancaria, lo cual causará de manera paralela, un impacto directo en términos negativos en la inversión, el consumo, los mercados internos y el crecimiento de la economía.
En este escenario de crisis y de incertidumbre, es del interés de todos los mexicanos que el gobierno de México responda con prontitud ante la inminente crisis ocasionada por la guerra entre los dos países europeos, la cual amenaza la estabilidad económica y social del mundo y del país. Para ello, se requiere que la federación defina con claridad, las políticas y estrategias económicas y sociales, que permitan adelantarse a los efectos y consecuencias negativos que, en el corto plazo, esta guerra acarreará al país.